¿En qué momento surgió el tema como objetivo de un trabajo en profundidad?
Hace mucho que la idea de retener todo ese mundo que se construye para eternizar la memoria de los muertos me apasionaba. Yo ya había estado trabajando alrededor de este tema pero sin centralizar la óptica como ahora en las fotos esmaltadas, en las palabras escritas en el mármol, en las flores esculpidas... Después del Coloquio Latinoamericano de Fotografía, que se realizó en México en 3978, tuve conciencia de que los argentinos trabajábamos todavía sobre la base de fotografías únicas y de que en el extranjero se estaba tendiendo a profundizar en un solo tema hasta agotarlo. Esa toma de conciencia me conmovió, era algo que necesitaba y esperaba y que me permitió rescatar las posibilidades de bucear exhaustivamente en una sola problemática hasta agotarla, dándole de esa manera unidad a la visión del fotógrafo. Creo que esto nos movilizó a todos los argentinos que estuvimos allí, y a partir de ese momento me impulsó a centralizar el tema de la muerte en todo lo que se construye para no olvidar y luego se va borrando, deteriorando, destruyendo hasta su total desaparición, que es para mí como una segunda muerte.
¿Cuál es el lugar que le
cabe a la fotografía dentro
del arte actualmente?
Cabe una respuesta de
análisis casi filosófico del tema. En el arte hay diversos
lenguajes, y la fotografía es
una forma de expresión como cualquier otra. Hay un
gran abanico de posibilidades desde la fotocopia de un
documento hasta una fotografía surrealista.... y todas tienen un margen de
creatividad. Si fotografiamos un tornillo, éste puede
ser hermoso, el mejor, el que
se necesita, o, siendo el mismo, el peor y más triste de
los tornillos. La cámara es un pretendido ojo imparcial,
pero no lo es. Es la subjetividad del fotógrafo.
¿Y cómo se ensamblan
la creatividad y la necesidad
de conocimiento técnico para poder crear algo, fotográficamente hablando?
El dominio de la técnica
es muy importante en cualquier lenguaje expresivo. Si
no se sabe música, no se puede componer una sinfonía,
ni siquiera una cancioncita.
En la fotografía, lo que ahora sucede es que la técnica
se puede lograr con bastante
sencillez. Hay Cámaras muy
sofisticadas que solucionan
casi todos los problemas técnicos por si mismas, poniéndolos al alcance de la mano
de cualquiera. Estas cámaras permiten expresarse con
cierta facilidad y que se conserven sectores de la realidad vistos con la subjetividad de su poseedor. Es un
arte del siglo XX y cuenta
con el aporte tecnológico de
la época.
¿Hasta dónde el fotógrafo es un creador y hasta
dónde apenas un “reproductor” de lo que ve?
No está nada claro qué
es, exactamente, un fotógrafo. ¿Acaso es un servidor a
sueldo del que encarga un
trabajo?, ¿o es un creador libre que realiza tal encargo a
su manera? Pero lo que el
que está detrás de una cámara tiene como herramienta básica es su capacidad de observación, mucho
más aguda que la habitual;
y su capacidad creadora está
puesta en transmitir lo que
ve y sensibiliza, y que probablemente los otros no vieron.
Esto es importante y tiene
que ver con la creatividad de
un individuo, el hecho de
que cada fotografía es una
historia que se cierra sobre
sí misma, y en cada foto hay
que presentarle al receptor
algo que se entienda en sí
mismo.
¿Cuál es la situación y
la relación entre sí de los fotógrafos en nuestro país?
Básicamente, de enorme desinformación. La fotografía en este sentido está
encuadrada dentro de las
generales de la ley. Cuando
estuvimos en México, Alicia D’Amico, Annemarie Heinrich y yo formamos el Consejo Latinoamericano de Fotografía, y al año siguiente,
junto a Eduardo Comesaña. Cristina Oribe y Sara Facio, el
Consejo Argentino de Fotografía. Nuestra intención es
la de encontrar una identidad fotográfica argentina y
latinoamericana a través de
la obra de autor. Un poco ya
embarcados en esa línea,
convocamos a veinte fotógrafos argentinos, entre los
que estamos incluidos nosotros mismos, para reunir
material sobre el tema de la
adolescencia y realizar una
exposición a fin de año. La
propuesta es original en el
sentido de que no es competitiva y porque cada uno
puede entregar los trabajos
que quiera; no hay selección
de nadie más que la del propio autor. Por otra parte,
también tenemos planeado
hacer una muestra, casi diría reivindicatoria, del trabajo de un fotógrafo de principios de siglo, que retuvo
todas las características del pueblo santafesino de Esperanza.
En este momento, Andy
Goldstein se da a conocer en
Brasil a través de un trabajo que quiere ir más allá de la superficie visible de los objetos fotografiados. De la misma manera que junto a un psicoanalista trabaja en un taller de fotografía, tratando de aclarar las nebulosas que empañan la visión de futuros colegas y con la misma pasión con la que intentara darle a través de su cámara un alcance distinto a la fotonovela. Sorprendiendo a través del objetivo de su máquina la mirada que revela lo que la palabra niega, la sombra de la persona que se oculta, la limpidez de una mañana en la plaza, el “gooool” que quedó como suspendido en el aire. La vida, al fin y al cabo.
Selva Echagüe. Clarín. Cultura y Nación. 5 de junio de 1980
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